El Día de la Independencia Argentina se celebra cada 9 de julio, conmemorando la fecha de 1816 en la que el Congreso de Tucumán proclamó formalmente la separación de las Provincias Unidas del Río de la Plata de la monarquía española. Este acto trascendental marcó un hito en la historia del país, consolidando el camino hacia la soberanía y la autodeterminación, y fue el resultado de un largo proceso revolucionario que comenzó en 1810 con la Revolución de Mayo. La declaración de la independencia no solo significó la ruptura con el poder colonial, sino también el inicio de la construcción de una identidad nacional propia
Una de las anécdotas más significativas y recordadas del Congreso de Tucumán tiene como protagonista a Manuel Belgrano. Hacia julio de 1816, Belgrano venía de sufrir importantes reveses militares en el Norte y, profundamente preocupado por la situación, se dirigió al Congreso para dar cuenta del estado del Ejército del Norte y, más importante aún, para instar a los congresales a declarar la independencia de una vez por todas.
En una sesión secreta celebrada el 6 de julio, apenas unos días antes de la proclamación, Belgrano expuso con vehemencia la delicada situación internacional: la Restauración monárquica en Europa tras la caída de Napoleón, que hacía que las potencias europeas miraran con recelo cualquier movimiento revolucionario en América. En este contexto, la falta de una declaración de independencia formal nos dejaba en una posición vulnerable, sin reconocimiento internacional y con la imagen de un movimiento insurreccional sin rumbo definido.
Sin embargo, la anécdota más curiosa de esa sesión es que Belgrano, con una visión audaz y quizás buscando alternativas ante la difícil coyuntura, propuso la idea de establecer una monarquía incaica como forma de gobierno para las Provincias Unidas. Sugirió coronar a un descendiente de los incas, posiblemente al hermano de Túpac Amaru II, que se encontraba prisionero en España. Esta propuesta, que hoy suena insólita, tenía un trasfondo humanista y buscaba unificar a las distintas regiones, especialmente al Alto Perú y las provincias del Noroeste, bajo una figura de autoridad que tuviera arraigo histórico y legitimidad para los pueblos originarios. La idea, aunque no prosperó y generó un gran debate y hasta cierto «escándalo» entre los diputados, demuestra la desesperación y la búsqueda de soluciones creativas que existían en ese momento crucial para la definición del futuro de la nación. A pesar de su propuesta monárquica, Belgrano fue un ferviente impulsor de la independencia absoluta, y sus palabras contribuyeron a convencer a los congresales de la urgencia de la declaración.